lunes, 29 de agosto de 2016

Un año de blog

El tiempo pasa rápido, vertiginoso, pero hay herramientas como esta, y me refiero a este blog, que sirven para registrar que hubo un ayer. A día de hoy hace un año que escribí las primeras letras en él, un año en el que he publicado dos libros, uno propio "La historia secreta del valle del aragón" -origen del blog - y un texto en la antología "Retazos de terror". 

Consciente del éxito de otros blogs más populares, y que dedican más recursos a su difusión, estoy más que satisfecho por haber tenido más de mil quinientas visitas, llegando aproximadamente a las cinco visitas diarias, una cifra nada desdeñable que el próximo curso me propongo multiplicar por dos.

Como he comentado, el blog se creó para dar a conocer el libro que salió al mercado el pasado septiembre de 2015, pero poco a poco ha cambiado y ha acogido algunos  relatos y noticias diversas que tenían que ver con el autor. Ahora, con la vista puesta en el diecisiete y a punto de entrar en cuarentena, la idea es que este mismo espacio recoja las novedades editoriales, que espero sean buenas y os sorprendan.

¿Un adelanto?... ¡Mejor una sorpresa!

domingo, 28 de agosto de 2016

El cuento del no es no

El pasado 25 de agosto me publicaron en las cartas al director del Diario de Navarra un pequeño cuento - la gracia tenía un límite de 20 líneas - titulado, "El cuento del no es no". Lo reproduzco en el blog para quienes no tuvieron oportunidad de leerlo en su momento y tengan un mínimo interés en el tema de porqué en este país no hay dios que se ponga de acuerdo para elegir presidente de gobierno.


El cuento del no es no
Érase un país donde con la indiferencia del impune, sus señorías posaban sus señoriales nalgas en las mullidas butacas del congreso. Imperturbables, haciéndose sordos y ciegos, navegando a la deriva a la espera de un milagro navideño, llevaban meses incapaces de formar gobierno.
Mientras tanto los demás ciudadanos, los que no mamaban de ningún pezón democrático, esperaban atentos. ¿Por qué no se ponen de acuerdo? - dijo un señor en un bar- No lo entiendo - contestó un tendero. Fue una niña pequeña, la que propuso primero: Yo haría como en el Vaticano y los encerraría dentro, y hasta que no eligiesen presidente, no saldrían del congreso. No es mala idea - pensó el panadero - Hagamos una propuesta popular - animó el frutero. Sí, es muy buena y a mí se me ocurre otra - dijo un tercero. Dinos pues - respondieron a coro. Mirad, según he escuchado en las noticias, si no cumplimos no sé qué, nos pondrán una multa de seis mil millones de euros. ¿Seis mil millones?, ¡qué barbaridad! - le respondieron - ¿Y tú qué propones? Una cosa sencilla, que nosotros no los paguemos: que los que no se deciden, incapaces de ponerse de acuerdo, pongan de su mano un aval, para pagar esos euros. Eso está muy bien – apuntó el maestro – el problema es que son ellos mismos quienes se ponen sus reglas, quizás si la ley de partidos se votase en referéndum…

Y así hablaron y hablaron y sus ideas cada vez llegaron a más y más personas, hasta que por fin, tan sorprendentes exigencias llegaron a las puertas del congreso. Nadie se hizo cargo, todos los que estaban allí se hicieron los suecos. Que si aquello era inconstitucional, que si en funciones estaba el gobierno, que si era rojo o liberal, que no les correspondía hacerlo. Así fue que llegó el día de Navidad y nadie fue a votar, excepto los diputados, y los familiares de estos. 

Jon Ander Crespo Ferrer

martes, 23 de agosto de 2016

Carlos Álamo Ybarra

Hace unos pocos días cayó en mis manos un pequeño tesoro: un libro cuyas tapas estaban envueltas en una doble capa de papel, titulado Río Negro, escrito por D. Carlos Álamo Ibarra, un escritor venezolano que recogió en esta obra todo un tratado antropológico. Desde las explotaciones de oro a las plantaciones de caucho y el papel de los europeos en la explotación de los recursos de los indígenas, a la definición magistral de las prácticas de los caciques que se hacían dueños de las riberas del Orinoco.
El libro, además de mostrar una capacidad descriptiva fuera de lo común, tenía otra sorpresa añadida. Cuando me lo regalaron - doy aquí las gracias a D. Julián Fueyo, vecino de Asturias - presentaba el aspecto de un libro envuelto, que al abrirlo desvelaba diferentes imágenes de los nativos, y de las prácticas de la zona. Sin embargo, la procedencia del libro, fuente sin duda católica, me había deparado una nueva sorpresa. Me di cuenta al buscarlo en internet y ver allí la portada. Con la curiosidad de saber que se trataba del mismo ejemplar que el mío, despojado de su falsa cubierta vi que tenía otra capa más de tapadillo, un papel de periódico de la época, que hacía las funciones de asegurar la censura, pues bajo dichas dos capas, no había otra cosa que un desnudo de una nativa, que aparecía mostrando sus virtudes de cintura para arriba.
Al margen de este chascarrillo, realmente la lectura del libro "Río Negro" es fascinante para quienes gusten de la historia y la antropología del Amazonas, así como para los amantes de la aventura, pues la redacción, además de ser precisa, está entramada de forma novelesca. Un gran descubrimiento sin duda el de Carlos Álamo Ybarra.