miércoles, 28 de septiembre de 2016

Fiesta

Alicia estaba triste y exhausta. Tras varios días siguiendo al conejo blanco empezaba a dudar de las promesas de este y ya tenía ganas de descansar. Sin embargo, al llegar a la cima de la colina cambió de opinión.
-Ya casi estamos, es allí –le dijo el conejo mientras señalaba una ciudad amurallada que se veía a lo lejos.
La información del conejo la confirmaba la señal de madera que indicaba que a dos kilómetros de allí se encontraba la localidad de “Fiesta”.
Alicia suspiró tranquila mientras se fijaba en cómo el conejo empezaba a sacar varias cosas de su maletín.

-Toma – le dijo – si quieres que te dejen entrar tendrás que vestirte con esto.
Alicia lo miró perpleja. El conejo le había dado ropa blanca, un pañuelo rojo y una especie de fajín, también colorado.
-¿De verdad me tengo que vestir así? – le preguntó.
-Es lo mejor, así no te reconocerá nadie.
Cuando entraron en la ciudad Alicia no daba crédito a lo que veían sus ojos. Había música por todas partes y de las fuentes manaba champagne. De repente y sin saber cómo, se encontró bailando con los demás.
-Bienvenida, te estábamos esperando – le dijo el hombre de la chistera.


Como puede verse pinchando aquí este relato se presentó al concurso de microrrelatos de blogsanfermin.com. No pudo ser, así que es probable que continúe intentándolo al menos hasta que tenga una buena colección de relatos no premiados.

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